07 diciembre 2008

Escena uno

juguetean las lenguas
bajo el techo de luces artificiales
el encierro asfixia los sentidos
se suben los vestidos
se caen las redes
se corren los maquillajes
los besos mojan las narices
los cuellos se empapan del alcohol
que se rehúsa a quedarse en la boca

el calor obliga a cambiar de techo
un alambrado cobija la espalda
de la mujer que ahora arroja la botella
su vestido es empujado por las manos ansiosas
de un hombre que ya no espera

muerde su boca
espera la línea roja
que recorre el mentón
se mimetiza con el rouge
y se pierde entre el pecho agitado


las manos ansiosas buscan la nuca
encuentran el cabello alborotado
lo toman, lo tiran, lo rompen
la cabeza se echa hacia atrás
obligada por la fuerza
ya no sabe qué sentir


ahora el alambrado recibe
las manos entrelazadas,
carne y metal se bambolean
la manos ya no buscan nada
sino sostener ese cuerpo
someterlo a su ritmo
los oídos no oyen llanto
ni ahogados quejidos


las piernas ceden
las rodillas sangran
la boca se parte en dos
se llena y se ahoga
gime en espacios entrecortados
acepta la culminación
del suplicio
que ahora rueda por la comisura
mezclándose con el rouge
la lágrima y la sangre.
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