01 septiembre 2004

El Último Sorbo de Lokura... ke sea para mí

Manifiesto I
Canciones sueltas viajando en colectivo.
¿Qué será de aquellas gentes?
Canta y la miran, aunque no cante para ellos.
A veces dos o tres amores inconclusos vuelan debajo de sus pestañas y sonríe.
Harta de hablar con ella misma sale al encuentro de la calle y ve pasar la gente.
Chupa su cigarrillo ahora manchado de rojo, los dedos sucios y una certeza entre ellos.
En su eterna soledad se le antoja que el tipo de enfrente nunca tuvo pelo y piensa que necesita ser traicionada una o dos veces más.
De sus labios sólo se escapa el humo y se declara por enésima vez en contra del destino.
Incertidumbre

Entonces será el fin de los renglones arrugados
La muerte de los vómitos enmarañados de pelo blanco
La desaparición de las huellas mojadas en la arena
¿Y si a toda esta playa desierta ke tengo ante mí nunca le llegara la marea?
Manifiesto II

Ahora su cabeza sigue en blanco y maldice mil veces a todos los poetas del cielo y del infierno.
Sueños de millones de cigarros escondidos de madrugada apagados en alcohol y en gritos de furia.
Domingos por la mañana...
Incertidumbre II

Y si después de esta vida habrá algo más nada recordaré de ésta. Y si antes de ésta vida hubo otra nada tengo de aquélla.
Nunca más el pelo confundido de ningún conejito ausente picando alguna garganta cerrada.
Entonces mis dedos nunca más sostendrán una idea y mis ojos jamás volverán a perderse entre líneas arrugadas.



¿Qué hago con todos éstos poemas de amor?
Cursis hasta la médula
Los guardo en un cajón con mis bombachitas rosas
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